Algo similar podría aplicarse a los poetas y a los escritores en general. Hay personas que nacen con talento para la literatura y personas que no. Por mucho que nos empeñemos en asistir a talleres literarios y cursos de escritura creativa, o en leer libros sobre cómo se escribe un relato, no nos servirá de nada si no existe esa condición previa cuyo origen se halla en la caprichosa genética, que reparte sus dones de manera bastante aleatoria.
Eso no quiere decir que aquellas personas a las que les guste escribir como una forma de expresarse, de organizar sus ideas y su mundo interior, vayan a dejar de hacerlo. Pero seguro que disfrutarán más si son conscientes de que nunca llegarán a ser un Borges o un Federico García Lorca. Probablemente, si los talleres y cursos están impartidos por buenos profesores, con sensibilidad artística, los alumnos acabarán siendo mejores lectores, perspicaces, atentos a los detalles y al estilo.
Además tendrán la ocasión de conversar sobre libros y poesía, sin que nadie los tome por gente rara, que se lo pasa muy bien hablando de cosas como la estructura de “Las moscas” de Horacio Quiroga o del poema “Amor feliz” de Wisława Szymborska; pues, como ella misma escribe, “hablar de libros es algo necesario”.
“El camino al Parnaso está abierto para todo el mundo. En apariencia, claro está, porque, a fin de cuentas, lo que decide aquí es la genética”, leemos en Correo Literario o cómo llegar a ser (o no llegar a ser) escritor (Nórdica Libros, 2018), una recopilación de textos que Szymborska escribió para la revista polaca Vida Literaria, que nace en 1951 y a cuyo consejo de redacción perteneció desde 1953 hasta 1981. En 1960 aparece la sección, “Correo literario”, en la que dos redactores, uno de ellos Szymborska, responderán a los lectores que envían sus obras a la revista para que sean publicadas.
A Wisława Szymborska no le gustaban las poéticas ni escribir acerca de la poesía. Sin embargo, como señalan los traductores Abel Murcia y Katarzyna Mołoniewicz, en Correo literario, “nos encontramos ante la mayor fuente de información sobre el concepto de literatura de Szymborska”.
Teresa Wallas, catedrática de Literatura polaca y gran amiga de Szymborska, se encargó de recopilar estos textos que se publicaron en el año 2000 en Polonia. Van precedidos de una conversación con la poeta, quien nos dice que la sensación que tiene al volver a leer la selección de Wallas es que “había más diversión que valores didácticos”.
Pero esto no es del todo cierto, porque bajo esa capa de humor e ironía, que tanto amamos en Wisława, subyacen ideas y conceptos muy serios. Todo un programa que alguien que quiera ser escritor debe tener en cuenta. Y algún que otro consejo como este, cuyo cumplimiento nos ahorrará más de un disgusto: “Sus poemas todavía deben quedarse en un cajón”. No obstante, si persistimos en nuestro empeño, habrá que cumplir con ciertas reglas.
En más de una ocasión, las respuestas de Wisława Szymborska se refieren a la presentación de los escritos, la letra ilegible, los tachones; descuidos que no auguran nada bueno y que invitan, simplemente, a no leer. Son muy divertidas las referencias a las faltas de ortografía: “Es fundamental cambiar de bolígrafo. El que usted usa comete muchas faltas. Seguro que es extranjero”.
Acerca del desconocimiento de la gramática, prescribe a un futuro escritor: “Así que le recomendamos la gramática de la lengua polaca tres veces al día después de desayuno, comida y cena”.
Segunda regla: utilizar las herramientas de manera adecuada
Podemos dominar bien las herramientas, pero eso no quiere decir que lleguemos a crear literatura. Ni siquiera el uso del lenguaje que consideramos más literario nos garantiza nada. Al contrario, pues los “poetas primerizos”: “Temen la más sencilla de las frases e intentan enmarañarla y complicarse la vida ellos mismos y complicársela a los demás”.
Abundan en el Correo literario las respuestas a aspirantes a escritores que envían poemas trasnochados, cursis, de desesperación amorosa o de canto a la primavera. Algunos utilizan una rima machacona a costa de buscar palabras imposibles; otros confunden el verso libre con escribir frases en distintos renglones. En una ocasión Wisława Szymborska responde:
La poesía (independientemente de las consideraciones que podamos hacer sobre ella) es, ha sido y será siempre un juego, y no existe un juego sin reglas. Es algo que los niños saben perfectamente. ¿Por qué lo olvidan los adultos?
Más de una vez, Wisława Szymborska aconseja que se siga escribiendo y leyendo, pero que se procure conseguir otro “oficio de provecho, al margen de la protección de las musas. Según tenemos noticia, son unas histéricas y las histéricas no son de fiar”.
Tercera regla: el talento como escritor o lector
El talento literario “no es un fenómeno de masas” y “la falta de talento literario no es ninguna deshonra”. Cuando en un correo le preguntan que cómo se llega a ser escritor, Szymborska responde:
La pregunta que nos hace usted es muy delicada. Es como cuando un niño le pregunta a su madre cómo se hacen los niños y la madre le dice que se lo explicará más tarde, que está muy ocupada, y el niño empieza a insistir: “Entonces explícame, aunque solo sea cómo se hace la cabeza: pues bien, hay que tener algo de talento”
En otra ocasión, un lector le escribe: “O me dan cierta esperanza –por mínima que sea– de ser publicado, o si no, al menos, cosuélenme”. Y Wisława Szymborska lo consuela, claro:
Le espera a usted una vida fantástica, una vida de lector, y de lector de los mejores, de lector desinteresado; la vida de un amante de la literatura, un amante que será siempre el miembro más fuerte de la pareja, es decir, no el que tiene que conquistar, sino el conquistado.
Wisława Szymborska pretendía sobre todo no crear falsas expectativas, que aquellas personas a los que dirigía sus respuestas “anónimas”, pusieran los pies en la tierra:
Persiste todavía la romántica idea de que ser poeta es el mayor de los honores y un gran prestigio. En realidad, el mayor honor y el mayor prestigio es hacer de forma intachable lo que uno sabe hacer.
Fuera de toda regla: esa feliz casualidad
“Quiere usted ser poeta pero no se fija en las cosas”, le dice Wisława Szymborska a un aspirante a escritor. Porque además del talento hay algo fundamental que convierte a una persona en poeta:
Un escritor se forma en su interior, en el corazón y en la cabeza: gracias a una innata (lo subrayamos, innata) predisposición a abstraerse, a vivir de forma emocional las cosas más pequeñas, a asombrarse incluso ante aquello que a los demás les parece normal.
Y quien tiene talento sabe que la inspiración no es suficiente, que deberá trabajar horas y horas hasta conseguir “perfeccionar los dictados del espíritu”. Entonces las palabras se unirán como si llevaran “siglos esperando encontrarse para construir un único todo indisoluble”. En una de las respuestas Wisława Szymborska nos desvela su idea de la poesía:
(La poesía) es una celebración, no se da todos los días, sino sólo muy de vez en cuando, es el fruto de un estado excepcional, una feliz casualidad. Ni siquiera los poetas con un gran bagaje literario están “habituados” a escribir poemas. A no ser que ya no sean poetas.
CARREIRO, José. “Correio literário, ou como chegar a ser (ou
não chegar a ser) escritor, Wisława Szymborska”. Portugal, Folha de Poesia, 14-11-2019.
Disponível em: https://folhadepoesia.blogspot.com/2019/11/correio-literario-ou-como-chegar-ser-ou.html