(Nava de la Assunción, 13/11/1929 – Barcelona, 8-1-1990) |
“Poesía
es esa sensación de bienestar, de placer, de gozo que siente alguien cuando se
lee, en voz alta, un poema. La poesía no es precisamente lo que sucede cuando
se escribe el poema, poesía es el acto de ejecutar el poema. Un poema se hace
para ser leído. El poema es poema mientras se lee porque es tiempo y tempo.”
Jaime Gil de Biedma
Trabalhos de Jaime Gil de Biedma:
- Versos para Carlos Barral (1952)
- De acordo com a sentença do tempo (1953).
- Parceiros de viagem (Barcelona: Joaquim Horta, 1959).
- Em favor de Vênus (1965)
-Moralidades (1966)
- Poemas póstumos (1968)
- Coleção particular (Seix Barral, 1969)
- Diário do artista seriamente doente (1974), memórias.
- O pé da letra: Ensaios 1955-1979 (1980), Crítica,
Barcelona
- Antologia poética (1981) Aliança
- As pessoas do verbo (1982), Seix Barral, Barcelona
Jaime Gil de Biedma, fotografiado en 1976 para el libro El argumento de la obra. / ISABEL STEVA HERNÁNDEZ, COLITA |
Gil de Biedma, pandémico y celeste
Por: Nuria Azancot, 8-1-2015
Amigos escritores eligen su poema
favorito del autor.
Ahora que de casi todo hace ya
veinte años, como el poeta solía repetir, se cumplen veinticinco de la muerte
de Jaime Gil de Biedma (Barcelona, 1929-1990). Miembro de una familia de la
alta burguesía castellana, estudió Derecho en Barcelona y Salamanca, y se
convirtió en alto ejecutivo de la Compañía de Tabacos de Filipinas. Al tiempo,
escribía y gozaba una secreta vida canalla, de poemas, amores clandestinos,
amigos y bares “últimos de la noche”.
Su obra, no muy abundante [Versos
a Carlos Barral (1952), Según sentencia del tiempo (1953), Compañeros de viaje
(1959), En favor de Venus (1965), Moralidades (1966), Poemas póstumos (1968),
Colección particular (1969), además de sus memorias, Diario del artista
seriamente enfermo (1974) y ensayos El pie de la letra: Ensayos 1955-1979]
trató siempre dos temas, "el paso del tiempo y yo", lo que hizo que
el propio poeta declarase a menudo que "el problema es que he escrito
poquísimo, y que, por tanto, se escribe siempre sobre los mismos temas. La verdad
es que estoy harto".
Y ese cansancio, incluso de sí
mismo, le llevó a un silencio poético casi total en 1974. Con todo, lo vivido y
escrito hasta entonces le había convertido en una de las grandes figuras, si no
la mayor, de la llamada Generación del 50, y en un auténtico mito para las
posteriores, que vieron en él un modelo culturalista y vital.
Su amigo Juan Marsé, que le cuidó
hasta el fin, Vicente Gallego, Luis García Montero, Eloy Sánchez Rosillo,
Manuel Vilas, Álvaro Valverde, Elena Medel, Juan Antonio González Iglesias y
Lorenzo Oliván le rinden homenaje en El Cultural, eligiendo razonadamente su
poema favorito.
Juan Marsé
"Elijo este poema por una
razón descaradamente personal. Porque yo también vivo en este poema, porque fui
testigo de su gestación y porque recuerdo el día feliz que su autor me leyó la
última y definitiva versión del poema en el "sótano negro", y
brindamos con ginebra".
Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma
En el jardín, leyendo,
la sombra de la casa me oscurece las páginas
y el frío repentino de final de agosto
hace que piense en ti.
El jardín y la casa cercana
donde pían los pájaros en las enredaderas,
una tarde de agosto, cuando va a oscurecer
y se tiene aún el libro en la mano,
eran, me acuerdo, símbolo tuyo de la muerte.
Ojalá en el infierno
de tus últimos días te diera esta visión
un poco de dulzura, aunque no lo creo.
En paz al fin conmigo,
puedo ya recordarte
no en las horas horribles, sino aquí
en el verano del año pasado,
cuando agolpadamente
-tantos meses borradas-
regresan las imágenes felices
traídas por tu imagen de la muerte...
Agosto en el jardín, a pleno día.
Vasos de vino blanco
dejados en la hierba, cerca de la piscina,
calor bajo los árboles. Y voces
que gritan nombres.
Ángel,
Juan, María Rosa, Marcelino, Joaquina
-Joaquina de pechitos de manzana.
Tú volvías riendo del teléfono
anunciando más gente que venía:
te recuerdo correr,
la apagada explosión de tu cuerpo en el agua.
Y las noches también de libertad completa
en la casa espaciosa, toda para nosotros
lo mismo que un convento abandonado,
y la nostalgia de puertas secretas,
aquel correr por las habitaciones,
buscar en los armarios
y divertirse en la alternancia
de desnudo y disfraz, dsempolvando
batines, botas altas y calzones,
arbitrarias escenas,
viejos sueños eróticos de nuestra adolescencia,
muchacho solitario.
Te acuerdas de Carmina,
de la gorda Carmina subiendo la escalera
con el culo en pompa
y llevando en la mano un candelabro?
Fue un verano feliz.
...El último verano
de nuestra juventud, dijiste a Juan
en Barcelona al regresar
nostálgicos,
y tenías razón. Luego vino el invierno,
el infierno de meses
y meses de agonía
y la noche final de pastillas y alcohol
y vómito en la alfombra.
Yo me salvé escribiendo
después de la muerte de Jaime Gil de Biedma.
De los dos, eras tú quien mejor escribía.
Ahora sé hasta qué punto tuyos eran
el deseo de ensueño y la ironía,
la sordina romántica que late en los poemas
míos que yo prefiero, por ejemplo en Pandémica...
A veces me pregunto
cómo será sin ti mi poesía.
Aunque acaso fui yo quien te enseñó.
Quien te enseñó a vengarte de mis sueños,
por cobardía, corrompiéndolos.
***
Luis García Montero
"Entre los poemas de Jaime, tengo especial relación con
Amistad a lo largo. Se debe a motivos personales. En una tarde de 1985, lo
copió para mí con su letra de buen alumno de la vida y los libros. Yo enmarqué
el manuscrito y lo tengo colgado en una pared de mi casa. Así que es un poema
con el que convivo desde hace muchos años. Entre las cosas que me ha dado la
poesía, agradezco sobre todo la amistad y el respeto por el saber de los
maestros".
Amistad a lo largo
Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.
Mirad:
somos nosotros.
Un destino condujo diestramente
las horas, y brotó la compañía.
Llegaban noches. Al amor de ellas
nosotros encendíamos palabras,
las palabras que luego abandonamos
para subir a más:
empezamos a ser los compañeros
que se conocen
por encima de la voz o de la seña.
Ahora sí. Pueden alzarse
las gentiles palabras
-ésas que ya no dicen cosas-,
flotar ligeramente sobre el aire;
porque estamos nosotros enzarzados
en mundo, sarmentosos
de historia acumulada,
y está la compañía que formamos plena,
frondosa de presencias.
Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.
Pero callad.
Quiero deciros algo.
Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.
A veces, al hablar, alguno olvida
su brazo sobre el mío,
y yo aunque esté callado doy las gracias,
porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.
Quiero deciros cómo trajimos
nuestras vidas aquí, para contarlas.
Largamente, los unos con los otros
en el rincón hablamos, tantos meses!
que nos sabemos bien, y en el recuerdo
el júbilo es igual a la tristeza.
Para nosotros el dolor es tierno.
Ay el tiempo! Ya todo se comprende.
***
Elena Medel
"Admiro la forma en la que
Gil de Biedma teje la intimidad y el compromiso; me sorprenden también su punto
casi visionario y la maestría en el ritmo y en ese decir que se escucha con la
música compleja de la conversación".
Elegía y recuerdo de la canción francesa
Os acordáis: Europa estaba en ruinas.
Todo un mundo de imágenes me queda de aquel tiempo
descoloridas, hiriéndome los ojos
con los escombros de los bombardeos.
En España la gente se apretaba en los cines
y no existía la calefacción.
Era la paz -después de tanta sangre-
que llegaba harapienta, como la conocimos
durante cinco años.
Y todo un continente empobrecido,
carcomido de historia y de mercado negro,
de repente nos fue más familiar.
¡Estampas de la Europa de postguerra
que parecen mojadas en lluvia silenciosa,
ciudades grises adonde llega un tren
sucio de refugiados: cuántas cosas
de nuestra historia próxima trajisteis, despertando
la esperanza en España, y el temor!
Hasta el aire de entonces parecía
que estuviera suspenso, como si preguntara,
y en las viejas tabernas de barrio
los vencidos hablaban en voz baja...
Nosotros, los más jóvenes, como siempre esperábamos
algo definitivo y general.
Y fue en aquel momento, justamente
en aquellos momentos de miedo y esperanzas
-tan irreales, ay- que apareciste,
oh rosa de lo sórdido, manchada
creación de los hombres, arisca, vil y bella
canción francesa de mi juventud!
Eras lo no esperado que se impone
a la imaginación, porque es así la vida,
tú que cantabas la heroicidad canalla,
el estallido de las rebeldías
igual que llamaradas, y el miedo a dormir solo,
la intensidad que aflige al corazón.
Cuánto enseguida te quisimos todos!
En tu mundo de noches, con el chico y la chica
entrelazados, de pie en un quicio oscuro,
en la sordina de tus melodías,
un eco de nosotros resonaba exaltándonos
con la nostalgia de la rebelión.
Y todavía, en la alta noche, solo,
con el vaso en la mano, cuando pienso en mi vida,
otra vez más sans faire du bruit tus músicas
suenan en la memoria, como una despedida:
parece que fue ayer y algo ha cambiado.
Hoy no esperamos la revolución.
Desvencijada Europa de postguerra
con la luna asomando tras las ventanas rotas,
Europa anterior al milagro alemán,
imagen de mi vida, melancólica!
Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos,
aunque a veces nos guste una canción.
***
Manuel Vilas
"Nadie conocía con precisión
aritmética cuál era el número de la promiscuidad. Gil de Biedma lo halló en
este poema: cuatrocientos cuerpos".
Pandémica y celeste
Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde ya en la noche
hablemos de hombre a hombre, finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que te voy a enseñar un corazón,
un corazón infiel,
Desnudo de cintura para abajo,
Hipócrita lector - mon semblable - mon frère!
Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo
quien me tira del cuerpo hacia otros cuerpos
a ser posible jóvenes:
Yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años!
Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
-con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.
Y por eso me alegro de haberme revolcado
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
Mientras buscaba ese tendón del hombro.
Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...
Aquella carretera de montaña
y los bien empleados abrazos furtivos
y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
pegados a la tapia, cegados por las luces.
O aquel atardecer cerca del río
desnudos y riéndonos, de hiedra coronados.
O aquel portal en Roma en vía del Babuino.
y recuerdos de caras y ciudades
apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
de escaleras sin luz, de camarotes,
de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
y de infinitas casas de baños,
de fosos de un castillo.
Recuerdos de vosotras, sobre todo,
o noches en hoteles de una noche,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
noches que devolvéis a vuestros huéspedes
un olvidado sabor a sí mismos!
La historia en cuerpo y alma, como una
imagen rota,
de la langueur goutée a ce mal d'être deux.
Sin despreciar
-alegres como fiesta entre semana-
las experiencias de promiscuidad.
Aunque sepa que nada me valdrían
trabajos de amor disperso
si no existiese el verdadero amor.
Mi amor,
Íntegra imagen de mi vida,
sol de las noches mismas que le robo,
su juventud, la mía,
-música de mi fondo-
sonríe aún en la imprecisa gracia
de cada cuerpo joven,
en cada encuentro anónimo,
iluminándolo. Dándole un alma.
Y no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.
Ni pasión de una noche de dormida
que pueda compararla
con la pasión que da el conocimiento,
los años de experiencia
de nuestro amor.
Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
- mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua, fugaz como un reflejo.
Sobre su piel borrosa,
Cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz. Los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.
***
Juan Antonio González Iglesias
"Mi poema preferido de Gil
de Biedma es Canción de aniversario. La habitual cercanía del poeta permite
excepcionalmente comunicar felicidad, amor o serenidad. Es un poema que parece
a un oasis".
Canción de aniversario
Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!
Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.
El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro en el corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?
La realidad -no demasiado hermosa-
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.
La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
-mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común-, estoy seguro
que no puede hacer daño.
***
Vicente
Gallego
"A
día de hoy, en que al lector que soy le pesa un poco el artificio conceptual
que arrastra habitualmente la voz de Biedma -aunque se trate de un arrastre
asumido con suma elegancia-, encuentro en el brote de este poema una raíz más
honda: no hay en él conceptismo ni previsión, sino hallazgo de una mirada
abierta a lo sensitivo, a su profunda y misteriosa carnalidad".
Noche triste de octubre, 1959
A Juan
Marsé
Definitivamente
parece confirmarse que este invierno
que viene, será duro.
Adelantaron
las lluvias, y el Gobierno,
reunido en consejo de ministros,
no se sabe si estudia a estas horas
el subsidio de paro
o el derecho al despido,
o si sencillamente, aislado en un océano,
se limita a esperar que la tormenta pase
y llegue el día, el día en que, por fin,
las cosas dejen de venir mal dadas.
En la noche de octubre,
mientras leo entre líneas el periódico,
me he parado a escuchar el latido
del silencio en mi cuarto, las conversaciones
de los vecinos acostándose,
todos esos rumores
que recobran de pronto una vida
y un significado propio, misterioso.
Y he pensado en los miles de seres humanos,
hombres y mujeres que en este mismo instante,
con el primer escalofrío,
han vuelto a preguntarse por sus preocupaciones,
por su fatiga anticipada,
por su ansiedad para este invierno,
mientras que afuera llueve.
Por todo el litoral de Cataluña llueve
con verdadera crueldad, con humo y nubes bajas,
ennegreciendo muros,
goteando fábricas, filtrándose
en los talleres mal iluminados.
Y el agua arrastra hacia la mar semillas
incipientes, mezcladas en el barro,
árboles, zapatos cojos, utensilios
abandonados y revuelto todo
con las primeras Letras protestadas.
***
Eloy
Sánchez Rosillo
"Mi
poema favorito de Gil de Biedma es París, postal del cielo. El motivo de esta
preferencia es el único que considero válido en materia de poesía: cuando he
releído hoy los diez o doce poemas de Gil de Biedma que tengo subrayados en mi
ejemplar de su poesía, éste es el que más me ha conmovido".
París, postal del cielo
Ahora, voy a contaros
cómo también yo estuve en París, y fui dichoso.
Era en los buenos años de mi juventud,
los años de abundancia
del corazón, cuando dejar atrás padres y patria
es sentirse más libre para siempre, y fue
en verano, aquel verano
de la huelga y las primeras canciones de Brassens,
y de la hermosa historia
de casi amor.
Aún vive en mi memoria aquella noche,
recién llegado. Todavía contemplo,
bajo el Pont Saint Michel, de la mano, en silencio,
la gran luna de agosto suspensa entre las torres
de Notre-Dame, y azul
de un imposible el río tantas veces soñado
-It's too romantic, como tú me dijiste
al retirar los labios.
¿En qué sitio perdido
de tu país, en qué rincón de Norteamérica
y en el cuarto de quién, a las horas más feas,
cuando sueñes morir no te importa en qué brazos,
te llegará, lo mismo
que ahora a mí me llega, ese calor de gentes
y la luz de aquel cielo rumoroso
tranquilo, sobre el Sena?
Como sueño vivido hace ya mucho tiempo,
como aquella canción
de entonces, así vuelve al corazón,
en un instante, en una intensidad, la historia
de nuestro amor,
confundiendo los días y sus noches,
los momentos felices,
los reproches
y aquel viaje -camino de la cama-
en un vagón del Metro Étoile-Nation.
***
Álvaro
Valverde
"Lo
escojo porque es un poema raro en la obra de un poeta urbano. Y porque habla de
su infancia feliz en el campo. En lo que fue su "reino". Los cinco
versos finales, donde alude a la "afinidad profunda / con la naturaleza y
con los hombres", son extraordinarios. También a uno, en fin, le habría
gustado hacer vie de château, como él decía".
Ribera de los alisos
Los pinos son más viejos.
Sendero abajo,
sucias de arena y rozaduras
igual que mis rodillas cuando niño,
asoman las raíces.
Y allá en el fondo el río entre los álamos
completa como siempre este paisaje
que yo quiero en el mundo,
mientras que me devuelve su recuerdo
entre los más primeros de mi vida.
Un pequeño rincón en el mapa de España
que me sé de memoria, porque fue mi reino.
Podría imaginar
que no ha pasado el tiempo,
lo mismo que a seis años, a esa edad
en que el dormir descansa verdaderamente,
con los ojos cerrados
y despierto en la cama, las mañanas de invierno,
imaginaba un día del verano anterior.
Con el olor
profundo de los pinos.
Pero están estos cambios apenas perceptibles,
en las raíces, o en el sendero mismo,
que me fuerzan a veces a deshacer lo andado.
Están estos recuerdos, que sirven nada más
para morir conmigo.
Por lo menos la vida en el colegio
era un indicio de lo que es la vida.
Y sin embargo, son estas imágenes
-una noche a caballo, el nacimiento
terriblemente impuro de la luna,
o la visión del río apareciéndose
hace ya muchos años, en un mes de septiembre,
la exaltación y el miedo de estar solo
cuando va a atardecer-,
antes que otras ningunas,
las que vuelven y tienen un sentido
que no sé bien cuál es.
La intensidad
de un fogonazo, puede que solamente,
y también una antigua inclinación humana
por confundir belleza y significación.
Imágenes hermosas de una historia
que no es toda la historia.
Demasiado me acuerdo de los meses de octubre,
de las vueltas a casa ya de noche, cantando,
con el viento de otoño cortándonos los labios,
y la excitación en el salón de arriba
junto al fuego encendido, cuando eran familiares
el ritmo de la casa y el de las estaciones,
la dulzura de un orden artificioso y rústico,
como los personajes
en el papel de la pared.
Sueño de los mayores, todo aquello.
Sueño de su nostalgia de otra vida más noble,
de otra edad exaltándoles
hacia una eternidad de grandes fincas,
más allá de su miedo a morir ellos solos.
Así fui, desde niño, acostumbrado
al ejercicio de la irrealidad,
y todavía, en la melancolía
que de entonces me queda,
hay rencor de conciencia engañada,
resentimiento demasiado vivo
que ni el silencio y la soledad lo calman,
aunque acaso también algo más hondo
traigan al corazón.
Como el latido
de los pinares, al pararse el viento,
que se preparan para oscurecer.
Algo que ya no es casi sentimiento,
una disposición de afinidad profunda
con la naturaleza y con los hombres,
que hasta la idea de morir parece
bella y tranquila. Igual que este lugar.
***
Lorenzo
Oliván
"Tiene
una profunda ironía y un ritmo convincente, y nos recuerda la necesidad de
cuestionar las grandes palabras del poder, las tradiciones heredadas. La mejor
educación pasa por construir un pensamiento crítico".
Las grandes esperanzas
Las grandes esperanzas están todas
puestas sobre vosotros,
así dicen
los señores solemnes y también:
Tomad.
Aquí la escuela y la despensa, sois mayores,
libres de disponer
sin imprudentes romanticismos por supuesto
La verdad, que deberíais estar agradecidos.
Pero ya veis, nos bastan las grandes esperanzas
y todas están puestas en vosotros.
Cada mañana vengo
cada mañana vengo para ver
lo que ayer no existía
cómo el Nombre del Padre se ha dispuesto,
y cómo cada fecha libre fue entregada,
dada en aval, suscrita por
los padres nuestros
de cada día.
Cada mañana vengo para ver
que todo está servido (me saludan,
al entrar levantando un poco los ojos)
y cada mañana me pregunto,
cada mañana me pregunto cuántos somos
nosotros, y de quién venimos,
y qué precio pagamos por esa confianza.
O quizá
no venimos tampoco para eso.
La cuestión se rduce en estar vivo un instante,
aunque sea un instante no más,
a estar vivo
justo en ese minuto
cuando nos escapamos
al mejor de los mundos imposibles.
En donde nada importa,
nada absolutamente -ni siquiera
las grandes esperanzas que están puestas
todas sobre nosotros, todas,
y así pesan.
https://elcultural.com/gil-de-biedma-pandemico-y-celeste
Los diarios de Gil de Biedma, al fin
Un cuarto
de siglo después de su muerte, esta nueva edición nos acerca más al gran poeta
que quiso reformar la prosa española y cambiar de raíz el contenido de la intimidad.
Cuando en
1974 Jaime Gil de Biedma publicó Diario de un artista seriamente
enfermo, era un hombre convencido de su valía literaria. Dos
anotaciones de febrero y abril de 1960 de los diarios que ahora conocemos
revelan que ya releía entonces sus notas de 1956, antes de que en 1971
emprendiera una reconstrucción larga y minuciosa. En 1987, cuando se le
diagnosticó una enfermedad más seria que la tisis de 1956, amplió notablemente
el libro añadiéndole textos mucho más personales, y en 1989 entregó a Carmen
Balcells para su publicación el Retrato del artista en 1956, que apareció en 1991. Un cuarto de siglo después
de su muerte, esta nueva edición suma al corpus el llamado Diario de ‘Moralidades’ (1959-1965), otro de 1978 y el
más breve y crepuscular de 1985, lo que duplica holgadamente lo que ya
conocíamos.
Andreu Jaume (que ya editó el importante epistolario
del escritor, El argumento de la obra. Correspondencia, en 2010) ha hecho un trabajo ejemplar como editor
y anotador y ha escrito un prólogo espléndido, digno de las páginas que le
siguen. Es patente, como recuerda, que el rifaciamento del diario nació como boletín del taller poético del
autor y, sobre todo, como un reto de reformar la prosa española
que consideraba poco apta para expresar, con sencillez, sinceridad y eficacia,
la vida personal. Compartía ese sentimiento con Carlos Barral, que luego dedicó
varios libros al mismo propósito, y no sé muy bien si tal era el caso de
Sánchez Ferlosio y Juan Benet, cuyos modelos y objetivos fueron algo distintos.
Pero cuando, en la ampliación de 1987, Gil incorporó a los asuntos de amistad y
poesía páginas sobre su vida sexual y desprejuiciadas confesiones sobre sus
amigos, es patente que buscó además algo más provocativo: cambiar de raíz el
contenido de la intimidad en las letras españolas. Y configurar ante un lector
una imagen de sí mismo. Quería que las escenas filipinas (que escandalizaron a
tantos y en tantos otros provocaron una insana efusión de beatería) fueran
vistas como un “dejar en suspenso toda opinión y criterio propios; interesarse
de buena fe por los temas y los problemas de los demás”. Y, a la vez, demostrar
que “soy todo menos espontáneo: existe un hiato intelectual que percibo
demasiado bien entre el que me siento siendo y el que me siento ser y
comportarse…”. Sabía, en fin, que sólo en esa duplicación se producía el mayor
de sus dones: ser un poeta capaz de “el súbito don de la contemplación de un
ser, de penetración de un sentido que me sobrecoge, igual que una emoción”.
El bien bautizado Diario de ‘Moralidades’ (1959-1965) escolta la creación
de un libro capital en la historia de la poesía española y, sin duda, el mejor
de su autor. Aunque delimitó con claridad su contenido (pensó en escribir otros
poemas sobre el Valle de los Caídos o sobre su recuerdo personal de Alberto
Jiménez Fraud y Natalia Cossío), concibió cada uno de ellos como un ente autónomo en un concierto
total, al modo de las piezas musicales: no es casual que se refiera
a sus partes como “movimientos” o hable de la búsqueda de un finale certero y
que, a menudo, trace un borrador o monstruo que anticipa la melodía a las
palabras escogidas luego. Se sabe ya dueño de una voz (el “tono fundamental de
rudeza, sabiduría erótica, cinismo y sentimentalismo”) y de su personaje (con “tono de locutor de radio o
periodista”, escribe con humor), a la vez que selecciona impiadosamente los
modelos y antimodelos de su escritura: nada concede a Juan Ramón Jiménez
(“increíble descenso hacia la tontería pura”) y todo para Antonio Machado;
elogios a Espronceda, devoción por Cernuda y tedio ante Jorge Guillén, sobre
quien acaba de escribir un libro (su epitafio: “Nada más irritante que esto de
desarrollar ideas viejas que han dejado de interesarnos”).
El diario de 1978 es ya la obra de un poeta póstumo,
como él mismo diría, que ha hecho buena su premonición de principios de 1965,
un año antes de publicar en México Moralidades: “Lo malo mío
es que ni siquiera tengo ambición de poder literario”, aunque ya sabe que ha
logrado ser “un gran poeta…” intermitente. Las
páginas de 1978 se cierran con una declaración más tajante: “Nada
más triste que saber que uno sabe escribir, pero que no necesita decir nada de
particular, nada en particular, ni a los demás ni a mí mismo…”. Pero no es
cierto del todo. Necesitaba, cuando menos, vivir con intensidad en compañía,
aunque fuera a costa de la enfermedad y del desorden y de la autocomplacencia
mezclada siempre con la lucidez. “Mi felicidad no es otra en el fondo que
querer y que me quieran”, confiesa tras una cena —copiosamente etílica— en una
taberna de Girona. Las pocas páginas de 1985 se escribieron en la clínica de
París donde estaba internado y anotan minuciosamente efectos de la medicación,
llamadas telefónicas esperadas y alguna lectura: un repaso de las novelas de
Henry James se alterna con las páginas de Capitalismo, socialismo y democracia, de Schumpeter, igual que en los días filipinos
de 1956 las noches de orgía en los catres más sucios dejaban paso a la solemne
lectura de De La Rochefoucauld en el hotel. No fue la suya una vida fácil, pero
fue fiel a sí mismo, a sus versos y a sus amigos.
José-Carlos Mainerm 7-12-2015
https://elpais.com/cultura/2015/12/01/babelia/1448987655_710451.html
El Cónsul de Sodoma
El cónsul
de Sodoma (Sigfrid Monleón, 2009) é uma fascinante viagem
através da vida de Jaime Gil de Biedma (1929-1990), um dos poetas mais influentes
da segunda metade do século XX. Sua vida é a história de uma contradição: por
um lado, pertence à nobreza e é executivo de uma multinacional, por outro lado,
vive seu papel como poeta e homossexual que se rebela contra o seu ambiente
familiar e sua história. Sexo, amor, literatura e luta política são as
constantes de uma vida que atravessa uma época de rebeldia, violência e
descobrimento. É também um retrato da Barcelona dos anos 60, onde desfilam
personagens emblemáticos da cultura e da sociedade catalã progressista,
conhecida como a “Gauche Divine”.
Sinopse: https://filmow.com/el-consul-de-sodoma-t40135/
* * *
Jaime Gil de Biedma, “Tento Formular a Minha Experiência da Guerra”
os anos mais felizes da minha vida,
retratada num céu
CARREIRO, José. “Jaime
Gil de Biedma, o cônsul de Sodoma”. Portugal, Folha de Poesia, 03-01-2021.
Disponível em: https://folhadepoesia.blogspot.com/2021/01/jaime-gil-de-biedma-o-consul-de-sodoma.html
Sem comentários:
Enviar um comentário