“[…] para o próprio Cernuda nunca houve, em última instância, realidade paradisíaca alguma, só houve fantasia: «Eu bem sei que esta imagem / sempre fixa em minha mente / não és tu mas só a sombra / do amor que existe em mim.»”
Álvaro Pombo, Contra-Natura. Lisboa, Minotauro, 2009
SOMBRA DE MÍ
Bien sé yo que esta imagen
Fija siempre en la mente
No eres tú, sino sombra
Del amor que en mí existe
Antes que el tiempo acabe.
Mi amor así visible me pareces,
Por mí dotado de esa gracia misma
Que me hace sufrir, llorar, desesperarme
De todo a veces, mientras otras
Me levanta hasta el cielo en nuestra vida,
Sintiendo las dulzuras que se guardan
Sólo a los elegidos tras el mundo.
Y aunque conozco eso, luego pienso
Que sin ti, sin el raro
Pretexto que me diste,
Mi amor, que afuera está con su ternura,
Allá dentro de mí hoy seguiría
Dormido todavía y a la espera
De alguien que, a su llamada,
Le hiciera al fin latir gozosamente.
Entonces te doy gracias y te digo:
Para esto vine al mundo, y a esperarte;
Para vivir por ti, como tú vives
Por mí, aunque no lo sepas,
Por este amor tan hondo que te tengo.
Luis Cernuda (Sevilha, 1902 - Cidade do México,1963)
Vivir sin estar viviendo, 1949
Vivir sin estar viviendo, 1949
Bien sé yo que...
El símbolo de la sombra aparecía ya con profusión en Un Río, un Amor y Los Placeres Prohibidos, pero ahora se ha invertido por completo su significado: lejos de ser el símbolo de un mundo sin sentido por falta de luz, ahora la sombra expresa la proyección de la luz – del Deseo.
Mi amor...
Esta vez se distingue expresamente entre el “tu” más o menos autónomo y la “imagen” que ele amante forja del él, que es una proyección, una sombra “del afán”. Lo que el “cuerpo hermoso” nos brinda es la posibilidad de encarnar ese afán, de hacer visible y propiamente vivible la energía del Deseo.
Y aunque conozco eso...
No menos claro queda es la interpretación privilegiada del amante la que otorga esa gracia especial, esa capacidad de enaltecernos o de hundirnos. Y sin embargo ello no debe derivar en un solipsismo masturbatorio, sino que invita por el contrario a reconocer a reconocer y agradecer el rol crucial, sine qua non, que aporta y juega el otro.
Entonces te doy gracias...
Los versos últimos son de una hermosura clásica, perfecta, plena. “Para esto vine al mundo” debe entenderse como una respuesta, definitiva y concluyente, a poemas anteriores como “He venido para ver” y “La escarcha”. La doble anáfora acumulativa de las preposiciones “para” y “por” sirve precisamente para subrayar la doble función, causal y final, de la segunda: no cabe afirmación más contundente de la fuerza del amor, del valor vitalista del Deseo. Decir que el amado vive, sin saberlo, por mí, no deja de inclinar de nuevo la balanza hacia el subjetivismo, pero el poema explica suficientemente estos asertos y reconoce el papel que juega el cuerpo del amado. Que un yo poético al que las constricciones sociales han condenado reiteradamente a vivir la experiencia del Deseo como exclusivamente individual reduzca (o tienda a reducir) al amado a pretexto de esta experiencia no debe sorprendernos.
Ibon Zubiaur, La construcción de la experiencia en la poesía de Luis Cernuda
Reichenberger, Kassel, 2002
Reichenberger, Kassel, 2002
[Post original: http://comunidade.sol.pt/blogs/josecarreiro/archive/2010/07/03/cernuda.aspx]